Cualquier cambio profundo que abordamos en nuestra vida, lleva
consigo un cambio de piel. Algunas veces, esa piel es suave y confortable, pero en otras, nos escuece e incomoda hasta límites de llegar a paralizarnos, sumiéndonos en un sentimiento de pérdida infinita del
que no creemos posible poder salir.
Ser capaces de discernir de la necesidad de cambio es por sí
misma una tarea difícil que requiere una cierta dosis de sabiduría. No obstante el
cambio termina produciéndose, queramos o no, y es en ese instante, cuando nos embarga una
sensación de incapacidad y una total falta de control.
¿Somos siempre conscientes de esa necesidad de cambio?, a vote pronto la respuesta sería NO, pero yo no estaría
tan segura.
Estoy convencida de que de alguna manera se enciende dentro de
cada uno de nosotros una alerta, otra cosa bien distinta es el que queramos
prestar atención. ¿Cuántas veces, a
posteriori, hemos escuchado, “si, dentro de mí algo me lo decía…. pero fui incapaz…”.
Acomodarnos a lo conocido, aunque sea ciertamente nocivo, es
relativamente fácil. Nuestro entorno,
nuestro espacio de confort nos envía continuamente
mensajes disonantes, engañándonos, invadiéndonos con frases tales como: "es mejor
que aguantes, todo terminará pasando" "¿dónde vas a estar mejor?" y lo que es peor:
"Tu no puedes".. al final lo que
acabará realmente pasando es la propia vida.
Pues bien, hay que romper de una vez con todas las ataduras que
hacen daño, que nos minan la voluntad de avanzar. No digo que sea fácil, pero tampoco es
morir en vida.
Malos matrimonios.. amistades peligrosas.. miedos paralizantes.. concepto de uno
mismo pobre e incluso cruel… nos
encierran en un bucle continuo donde el cambio de rumbo se ve imposible de
llevar a cabo.
Pero esto no es real, siempre hay alternativas, siempre hay nuevos caminos que emprender. No insistas en aquello que te hace daño, piensa que si algo quieres que cambie, tendrás que dejar de hacer siempre lo mismo. A corto plazo puede resultar difícil, pero a la larga aumentará tu bienestar y tu sentido de autoeficacia, al comprobar que has sido capaz de tomar las riendas de tu vida.
No todas las personas poseen la misma fuerza a la hora
de llevar a cabo este tipo de decisiones. La primera decisión es saber cómo y con quien contar para recibir la ayuda necesaria
para romper con el pasado tóxico. A veces será la propia familia o los amigos, en otras, se podrá contar con asociaciones y/o con profesionales cualificados que
aportaran su experiencia para ayudar a la personas que así lo necesiten.
Nunca hay que olvidar que hay futuro. Tendremos que salir
del carril equivocado para situarnos en una mejor posición. Sólo hay una consigna
que jamás debe cuestionarse: tengo derecho a ser feliz.
Arpsicología
Arpsicología