La
mujer se incorporó al mundo laboral hace ya algunas décadas. Toda una
revolución social, sexual y económica llegó a gran parte de la población
femenina. Los acontecimientos hicieron que la mujer saliera de los fogones para
ampliar sus miras. Con esta revolución
cabria pensar que los problemas derivados de la dependencia emocional habrían desaparecido,
pero la realidad nos deja un panorama bien distinto.
La
dependencia emocional es un problema vigente en nuestra sociedad y, cómo no, en
la consulta de los psicólogos no iba a ser menos. En nuestro quehacer profesional
vemos, más veces de lo que quisiéramos, a mujeres que presentan problemas de
ansiedad, depresión, baja autoestima o
asertividad, que en el fondo responden a problemas graves de dependencia emocional. Es obvio que este problema no es exclusivo
del sexo femenino, pero debido a diversas connotaciones tanto sociales como
culturales, es en la fémina, donde más casos se producen.
Pero
¿Qué entendemos por dependencia emocional?
Por
dependencia emocional hay que entender una necesidad afectiva extrema que se
siente hacía otra persona, repitiéndose a lo largo de diferentes relaciones de
pareja
En
las relaciones de pareja, los dependientes emocionales sienten una necesidad
excesiva del otro. Deseos de exclusividad e idealización están presentes, sin la
pareja no se valoran, apareciendo la consiguiente
subordinación y sumisión. Existe un continuo miedo a la pérdida lo que
convierte a la persona en alguien vulnerable.
Los
dependientes emocionales hacen extensivo su deseo de exclusividad a las
relaciones interpersonales. Sienten una necesidad de agradar, de ser aceptados
por todas las personas significativas de su entorno, para ello amoldan tanto
sus gustos como sus comportamientos al de los demás, olvidándose de sus propios
deseos e intereses.
No
es de extrañar que la autoestima del dependiente emocional esté muy dañada. El
miedo a la soledad es el responsable último de esa dependencia tóxica hacia su
pareja.
Albert Ellis, creador, como sabeis, de la Terapia Racional
Emotiva, formuló y describió las 11 ideas o creencias irracionales presentes en la mayoría de las personas.
Según Ellis, estas ideas son responsables, en gran medida, del sufrimiento emocional que padecen los seres humanos, y desarrolló
un programa terapéutico de tratamiento, que ha demostrado su eficacia a lo
largo de todos estos años. Pues bien, dos de esas ideas o creencias irracionales tienen
mucho que ver con el artículo de hoy.
La
nº 1:
“Es una necesidad extrema para el ser humano adulto el ser amado
y aprobado por prácticamente cada persona significativa de la sociedad”.
Esta
creencia arraigada en muchas personas es causante de grandes perturbaciones
emocionales.
Ellis
plantea que esta creencia es irracional por muchas razones:
Creer
o exigir que seamos amados y aprobados
por todos, es una meta absolutamente inalcanzable. Siempre habrá alguien a
quién no gustemos o no caigamos bien. Si
nos empeñamos en conseguirlo nos encontraremos frustrados, agresivos o
depresivos ante el desafecto o indiferencia de los demás.
Esta
forma de proceder hace que nuestro foco de atención esté en ver qué es lo que (los demas) desean
de nosotros, cómo esperan que actuemos, esto hace que nos olvidamos de nuestros
propios intereses, de nuestros propios objetivos y metas. Implica además que nos comportemos con un servilismo
tal donde se abandonan las propias necesidades Este es un precio demasiado alto que no nos podemos permitir. Pensamos que si
somos complacientes, nunca nos dejarán, siempre permanecerán a nuestro lado,
nada más lejos de la realidad. Lo más
probable es que a la postre no se nos tenga en cuenta. Intentar ser aprobado y
amado siempre por los demás hace que actuemos en función de las circunstancias
externas en lugar de por nosotros mismos.
Una de las claves para comprender la irracionalidad
de esta idea, sería entender que, si
bien es deseable obtener la aprobación y el amor de los demás, nunca puede convertirse
en una “necesidad”. Intentemos planificar metas según nuestros propios interés,
extinguiendo el deseo sin control de afectos.
La
nº 8 dice:
“Se debe depender de los demás y se necesita a
alguien más fuerte en quién confiar”.
Aunque
es normal que en ocasiones podamos sentirnos influidos y dependiente de otros,
no lo es nada si dejamos que los demás elijan o piensen por nosotros.
Es evidente
que cuanto más se llega a depender de otro, menos posibilidad de elección se tiene. Esto hace que se actúe por los demás, con una implicación grave: se
pierde la posibilidad de ser uno mismo.
Si nos acostumbramos a que sean los demás los
que tomen decisiones, ¿cómo y cuándo aprenderemos?. Esta forma de pensar
implica inseguridad y pérdida de autoestima.
Trabajemos
para no estar a merced de otros, llegó la hora de ser nosotros mismos.
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