Voy
con prisa a la consulta del especialista apenas unos minutos antes de la
cita. Estoy tranquila, es una consulta
rutinaria. Mi día se presenta como casi todos, lleno de actividades, mil cosas
que hacer. En mi cabeza ronda todo aquello que tengo que hacer cuando salga de
allí. He tenido suerte, hay poca gente esperando.
Pasa
María, siéntate, tienes un tumor, es infiltrante, puede extenderse a diversos órganos: pulmón, cabeza, hígado…
Siento
cómo mi mente y cuerpo se separan, me cuesta reaccionar. A pesar de la claridad
de sus palabras...,